Ciclos de vida que caprichosamente intentan cambiar la constancia
de los colores de mi alma… Realidad efímera que aún desconoce la esencia de los
sentimientos y de lo etéreo que es aquello que hoy nos une pese a la distancia…
Pasos a ciegas en medio del incierto de posibilidades que no comprende que los
caminos de los amantes se cruzan una y mil veces en el azar de las
probabilidades de cada vida… Cartas marcadas en las manos de un tahúr que
aprendió a manipular su destino a la par de los fracasos que intentaron robarle
sus sueños y reto al azar, apostando siempre a ganador con la convicción del
triunfo en la luz de sus ojos… Acariciar a la muerte cual fuese un animal doméstico,
mientras se tienta a la suerte y desafía a las irreverentes Moiras, Laimas o
Fatae… Noción de lo irreal que se apodera de mis sentidos y cree por segundos controlar
al ser indómito que mora en lo más profundo de mis entrañas… El ultimo Nefilim que
cual demonio personal o ángel de redención es capaz de evocar toda una tormenta
con un solo movimiento de sus alas… Fuego salvaje que emana de un espíritu atormentado
que no conoce de perdón o justicia y arrasa con todo rastro de conciencia y cordura
ante una sonrisa tuya… Invocar a los dioses de antaño con la única suplica de
coincidir en esta vida… Dar si es necesario como sacrificio mi existencia etérea
a cambio de perderme una vez más en tu mirada y disfrutar el sinsabor de tus labios
y del calor de tu aliento en medio de la enajenación que exhala tu ser con el
capricho de un latir acelerado… Robarle a la divinidad el ápeiron añil de la existencia
para conquistar el principio del fin decorado con la amatista de un corazón
desgastado por el sentimiento ambivalente de la desgracia y la felicidad… Un
amor inexplicable que perdura en las hojas del libro sagrado que nos une por toda
la eternidad…
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