Con las manos mojadas recojo las cenizas de todas las hojas
en las que alguna vez escribí un verso... Con una daga de filo casi inexistente
abro lentamente el tintero de mi corazón... Hurto sigilosamente una pluma del
ala izquierda del cuervo que reposa cansado en el jardín del olvido... Con las
uñas casi en carne viva voy talando desesperadamente el árbol frondoso de mi
esperanza para conseguir una página donde escribiré el final de nuestra
historia... Cierro los ojos y empapo mis oídos con las notas melancólicas de
nuestra canción... Deslizo mis dedos por los vaivenes de un viejo recuerdo...
Desnudo mi alma en el desierto en busca del calor divino que detenga el
tiempo... Giro mi rostro al lado obscuro de la luna esperando poder ver la
locura del sol... Doy un salto de fe a los brazos de mi soledad... Exclamo el
nombre de mi espíritu esperando vuelva a mi cuerpo... Agito mi cabeza tratando
de salir de este trance... Las imagines de mi mente se hacen borrosas mientras
que el dolor cobra vida... Suelto las cadenas que aprisionan a mi alma, pero al
final no sé qué hacer con tanta libertad... Acurruco mi cuerpo en la esquina
más fría de este castillo... Mientras que con los ojos cerrados escucho el
galope del tiempo que marcha a toda prisa a mi alrededor... Extiendo mis manos
en medio de toda la obscuridad y solo alcanzo a palpar el vacío... Intento
ponerme de pie en medio del salón.... Pero al final no sé si todo está bien o
estoy de cabeza... La realidad parece una utopía constante... Y voy sintiendo
tu ausencia en cada hueso de mi cuerpo a medida que dibujo una falsa sonrisa
para evitar las preguntas del porqué de tu ausencia...